15 martes
Blanco
Memoria,
SANTA TERESA DE JESÚS,
Virgen y Doctora de la Iglesia
MR p. 812 [843] / Lecc. II p. 897
Esta reformadora de las carmelitas es, al mismo tiempo,
contemplativa y una mujer eficaz y activa. Nos ha heredado los
secretos de su camino de subida hacia Dios, por medio de la
contemplación, en sus libros, que la convierten en maestra de la
vida espiritual. Como fundadora, recorrió incansablemente toda
España para establecer sus monasterios. El alma de Teresa se
sintetiza en su sed de vivir unida al Señor: 'Yo ya no quiero otro
amor, pues a mi Dios me he entregado, que mi amado es para mí,
y yo soy para mi amado" (1515-1582).
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 41, 2-3
Como la cierva busca el agua de las fuentes, así, sedienta, mi
alma te busca a ti, Dios mío. Mi alma tiene sed del Dios vivo.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que, por tu Espíritu Santo, elegiste a santa Teresa
de Jesús para que mostrara a la Iglesia el camino de la perfección
que se debe seguir, concédenos alimentarnos siempre con su
doctrina espiritual y arder en el deseo de la verdadera santidad.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en
la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA
[La circuncisión no tiene valor, solamente la fe, que se manifiesta
por medio de la caridad.]
De la carta del apóstol san Pablo a los gálatas 5, 1-6
Hermanos: Cristo nos ha liberado para que seamos libres.
Conserven, pues, la libertad y no se sometan de nuevo al yugo de
la esclavitud.
Yo mismo, Pablo, les aseguro que, si se dejan circuncidar, Cristo
no les servirá de nada. Y vuelvo a declarar que todo el que se deja
circuncidar, queda obligado a cumplir toda la ley. Ustedes, los que
pretenden alcanzar la justificación por medio de la ley, han perdido
a Cristo, han rechazado la gracia.
Nosotros, en cambio, movidos por el Espíritu Santo, esperamos
ansiosamente la justificación por medio de la fe. Porque para los
cristianos no vale nada estar o no estar circuncidado; lo único que
vale es la fe, que actúa a través de la caridad. Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL del salmo 118, 41. 43. 44. 45. 47. 48
R. Señor, ten misericordia de mí.
Señor, ten misericordia de mí y sálvame según tu promesa. No
quites de mi boca las palabras sinceras, porque yo espero en tus
mandamientos. R.
Cumpliré tu voluntad sin cesar y para siempre. Caminaré por un
camino ancho, pues he seguido tus preceptos. R.
Serán mi delicia tus mandatos, que tanto amo. Levantaré mis
manos hacia ti, mientras recito tus mandamientos. R.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Heb 4, 12
R. Aleluya, aleluya.
La palabra de Dios es viva y eficaz y descubre los pensamientos
e intenciones del corazón. R. Aleluya.
EVANGELIO
[Den limosna, y todo lo de ustedes quedará limpio.]
Del santo Evangelio según san Lucas 11, 37-41
En aquel tiempo, un fariseo invitó a Jesús a comer. Jesús fue
a la casa del fariseo y se sentó a la mesa. El fariseo se extrañó
de que Jesús no hubiera cumplido con la ceremonia de lavarse las
manos antes de comer.
Pero el Señor le dijo: "Ustedes, los fariseos, limpian el exterior
del vaso y del plato; en cambio, el interior de ustedes está lleno de
robos y maldad. ¡Insensatos! ¿Acaso el que hizo lo exterior no hizo
también lo interior? Den más bien limosna de lo que tienen y todo
lo de ustedes quedará limpio". Palabra del Señor.
REFLEXIÓN: Frente a la refinada hipocresía de
quien lo había invitado a comer, Jesús expresa, de
otra manera, lo que ya antes había hecho notar: «no
mancha al hombre lo que entra por la boca, sino lo
que sale del corazón» (Cfr. Mt 15, 18; Mc 7, 14). Por
tanto, es el corazón, esto es, el núcleo más íntimo de
la persona –especialmente las actitudes e intenciones–
lo que hay que convertir y purificar en primer lugar.
De un corazón renovado brotarán luego las buenas
acciones, de la que la «limosna» es aquí un simple y un
muy apreciado ejemplo.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta, Señor, con bondad nuestras ofrendas, tú que aceptaste
con agrado el homenaje lleno de fervor que te ofreció santa Teresa.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Sal 88, 2
Cantaré las misericordias del Señor eternamente, y mi boca
proclamará tu fidelidad de generación en generación.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor Dios nuestro, que has alimentado a tu familia con el
pan del cielo, concédele que, a ejemplo de santa Teresa, pueda
alegrarse, cantando eternamente tus misericordias. Por Jesucristo,
nuestro Señor.